Hoy os quiero enseñar la calle Ruiseñor, en el barrio de Triana. Esta calle tiene forma de angulo recto y se encuentra en la parte trasera de lo que fue el convento de San Jacinto, limitando en uno de sus extremos con la calle San Jacinto y en el otro con la calle Antillano Cmapos.
El primer nombre con la que se conoció la calle fue Duende, como así aparece en el padrón de 1691. En el 1788, en el plano de Lerena podemos ver a la calle que estaba formada por dos tramos en angulo recto y detrás del convento de San Jacinto, aunque en dichos planos no aparece nombre alguno.
El plano de Sartorius de 1848 aparecen como dos calles independientes, sin salida y sin conexión entre ellas. La calle perpendicular a San Jacinto se llamaba calle Duende y la paralela calle Rosas.
En 1859 se rotula ya como calle Ruiseñor y aparece un tercer tramo de calle en dirección a Evangelista, sin salida y que en 1971 se le añade a la calle Leiria. En 1918 hubo un intento infructuoso de cambiar el nombre por el de Gracia Fernández Palacios.
El plano de Sartorius de 1848 aparecen como dos calles independientes, sin salida y sin conexión entre ellas. La calle perpendicular a San Jacinto se llamaba calle Duende y la paralela calle Rosas.
En 1859 se rotula ya como calle Ruiseñor y aparece un tercer tramo de calle en dirección a Evangelista, sin salida y que en 1971 se le añade a la calle Leiria. En 1918 hubo un intento infructuoso de cambiar el nombre por el de Gracia Fernández Palacios.
Por la presencia de un mantillo, lugar donde se fabricaban y secaban ladrillos, se conoció como Mantillo Alto, que tras su abandono paso a ser una zona degradada y convertida en basurero.
Actualmente existen varios edificios relativamente nuevos a excepción de las viviendas nº 10 y 21, del mediado del siglo pasado de estilo regionalista, donde la cerámica y los arcos son grandes protagonistas. La calzada es adoquinada y se encuentra iluminada con brazos de fundición y faroles.
A esta calle confluyen las calles Leiria y Jacinta Martos.
Actualmente existen varios edificios relativamente nuevos a excepción de las viviendas nº 10 y 21, del mediado del siglo pasado de estilo regionalista, donde la cerámica y los arcos son grandes protagonistas. La calzada es adoquinada y se encuentra iluminada con brazos de fundición y faroles.
A esta calle confluyen las calles Leiria y Jacinta Martos.
Entre todos los edificios existente en la calle, me voy a entretener con el de la finca nº 10. Se trata de un edificio vecinal, de tres plantas, de estilo regionalista de mediado del siglo pasado. Fue construido en el año 1948 por el arquitecto D. Francisco Pérez Bergali.
Pero lo que mas llama la atención es el retablo que tiene la fachada principal encima del portal de la vivienda.
Se trata de un retablo donde podemos ver a la Virgen con el Niño, datada en la década de 1920 y realizada en la fábrica de Julio Laffite Castro. Puesto que el edificio es del 1948, el retablo pudo traerse de otro lugar o conservado del edificio que existiera en su lugar.
Pero lo que me ha despertado el interés de esta calle situada en el corazón de triana, es la leyenda que José María de Mena incluye en su obra "Tradiciones y leyendas de Sevilla" y bajo el título "Tradición de la calle del Duende" dice así:
A la terminación de la guerra entre Inglaterra y Francia, que se libró en España, y que impropiamente llamamos «Guerra de la Independencia», al avanzar los ingleses y tropas españolas por Triana, expulsando hacia Alcalá de Guadaira a los franceses y tropas españolas llamadas afrancesadas, se produjo un encuentro en el terreno que está comprendido entre el actual hospital de la Cruz Roja de Triana, y la Cava, hoy llamada Pagés del Corro, en unas huertas que entonces se llamaban «El Matillo Alto», en uno de cuyos callejones entre huerta y huerta quedó muerto un oficial francés.
Pasado algún tiempo, terminada la guerra, se empezó a edificar aquella zona formándose una calle, y los primeros vecinos observan que a horas desusadas salía un hombre que recorría la calle y volvía a entrar en la misma casa de que saliera.
Pronto empezaron los vecinos a manifestar su temor, deduciendo que por las noches salía el espíritu o fantasma de aquel oficial francés que fue muerto en el último combate. Y como la gente era entonces piadosa y creyente, acudieron al vecino convento de San Jacinto para pedir a los frailes que hicieran los posibles para que aquel ánima en pena abandonase el lugar y dejase tranquilos a los moradores de la calle. Pero de nada sirvieron los exorcismos, procesiones y rosarios de la aurora, porque de vez en cuando, inesperadamente, algún vecino que volvía tarde a su casa, de madrugada, se encontraba con el aparecido. Por este motivo aquella calle nueva recibió el nombre de Calle del Duende.
Pasados unos años, y tras los sucesos de 1824 hubo una amnistía y sorprendentemente apareció el duende, que no era otro que el oficial francés, que no había muerto, y que, recogido por una caritativa joven, había vivido oculto en la casa, donde, a falta de otro entretenimiento, tuvo varios hijos con su protectora. Se casaron, y ya el francés hizo vida normal, pudiendo salir de día en vez de hacerlo de madrugada.
La calle se siguió llamando hasta 1890 calle del Duende, y ahora se llama Ruiseñor, y es la primera que encontraréis a mano izquierda, pasada Pagés del Corro, y antes de llegar a la de Justino Matute.
No hay comentarios:
Publicar un comentario