VISTA DEL PUENTE

jueves, 20 de febrero de 2025

EL MONUMENTO A LA INMACULADA

 


Seguimos en la plaza del Triunfo y en el centro nos encontramos este monumento dedicado a la Inmaculada. Para entender su existencia nos vamos a trasladar al 8 de Septiembre de 1613 y al desaparecido convento dominico "Regina Angelorum". Se celebraba la misa de la Natalidad de María, la oficiaba el prior de la congregación, llamado Molina y en ella pone en duda de la Concepción de María sin pecado original. Esta homilía abre un gran debate entre los que profesaban la idea maculista, como las ordenes de frailes dominicos y los inmaculistas como los franciscanos y jesuitas y gran parte de la feligresía sevillana.

El 29 de Septiembre de 1615 la Hermandad de Jesús Nazareno "El Silencio" y a iniciativa de el hermano mayor Tomás Pérez, consiguió que todos los  hermanos hicieran voto y juramento de "creer, proclamar y defender hasta derramar su sangre si preciso fuere, que María Santísima fue concebida sin pecado original".

Aprovechando esa batalla levantada en la ciudad por el debate "mácula" o "sin mácula" y en el que una mayoría de la población la defendiera, el arzobispo de Sevilla Pedro de Castro, propone y consigue que los dos cabildos de la ciudad, el civil y el eclesiástico, juraran en 8 de Diciembre de 1617 por la defensa de María concebida sin pecado original. 


Algunos años después se creará una delegación encabezada por la Hermandad del Silencio que partirán hacia Roma con el objetivo de proponer al Santo Padre Paulo V que promulgarse el dogma inmaculista. Aunque regresaron a Sevilla sin el objetivo cumplido, si obtuvieron una bula papal en la que prohibía en público la defensa de las tesis maculista. Será el Papa Pio IX (pionono) el que al final promulgue el dogma inmaculado el 8 de Diciembre de 1854. Lo que si es cierto es que no existe testimonio bíblico de que indique de que María se concibiera sin macula, es la divinización posterior la que crea tal idea. 

Nos acercamos al 1917, año en el que se alcanza el tercer centenario en el que ambos cabildos habían jurado por la defensa del dogma. Por lo que el 2 de Febrero de ese año el sacerdote José Sebastián Bandarán daría la noticia pública del permiso concedido por el ayuntamiento para erigir un monumento a la Inmaculada en la Plaza del Triunfo para celebrar tal efeméride. Previamente se había creado una comisión de ejecución formados por Ramón Ibarra González en el cargo de presidente de la comisión, Manuel Rojas Marcos, vicepresidente; José Diaz Molero, tesorero; José María López-Cepero Muru, secretario y José Sebastián Bandarán, vicesecretario. Se abre una suscripción popular para sufragar el monumento, de la que se obtiene una recaudación de 102.952,52 pesetas. Con este dinero se sufragaría todos los gastos del monumento incluido los honorarios del escultor y sobrarían 4.354,90 pesetas que se emplearían para la iluminación del monumento.

Por aquellas fechas la ciudad vivía los preparativos para la celebración de la Exposición Iberoamericana del 29, por lo que Sevilla vivirá una gran transformación urbana, sobre todo en la zona Sur de la ciudad, lugares elegidos para la celebración del evento. Esta transformación también incluirían al Barrio Santa Cruz y a la Plaza del Triunfo. La reurbanización de la plaza vendría de la mano de Juan Talavera Heredia, arquitecto del ayuntamiento y en el que la nueva distribución del espacio incluiría al monumento en su centro.

El diseño del monumento será encargo al arquitecto José Espiau y Muñoz, presentando seis bocetos, siguiendo las premisas que se recoge en los documentos realizados para ello y que recogía lo siguiente:
"El monumento arrancará del suelo con una gradería de tres peldaños, descansando sobre estos los basamento del monumento, que es prismático de sección cuadrada, con molduras de base y prolongación; encima de él van cuatro pilastras de orden jónico con entablamento de base cuadrada. 

En el basamento van adosadas cuatro estatuas que representarán a Murillo, Martínez Montañés, Miguel del Cid y al Padre Juan de Pineda. 





Sobre el entablamento estará el grupo que corona el monumento y que representa a la Inmaculada rodeada de ángeles, conforme al cuadro de Murillo, que está en París, titulado La Concepción grande del Louvre.

Rodeará al monumento un pequeño jardín que estará cercado por un cerramiento que ha de llevar cuatro cartelas decorativas. La del frente dedicada a S.S. Pío IX; la posterior llevará el escudo de la ciudad y la dedicatoria del monumento, y las laterales los nombres de los sevillanos que se distinguieron por su fervor a la Inmaculada.

La altura total del monumento será de algo más de 16 metros y el cerramiento formará un cuadrado de 8 metros 50 centímetros de lado. El grupo de la Inmaculada será de mármol blanco de Italia; el entablamento y pilastras de piedra azulada de Murcia; el basamento de piedra Almorquí; las cuatro estatuas también de piedra azulada de Murcia, y los tres peldaños del cerramiento serán de mármol de color de Sierra Elvira"

La Inmaculada fue realizada por el escultor Lorenzo Coullaut Valera, según las indicaciones, se inspiró en el cuadro que pintó Murillo para el hospital de los Venerables. El cuadro fue llevado a París tras la invasión francesa en España (en el 1917 fecha del encargo del monumento se encontraba en el Louvre), expuesto en el museo de Louvre, y adquirido por el museo del Prado en 1963.

   

Los cuatros personajes de la base, el jesuita Juan de Pineda, el escultor Martínez Montañés, el escritor Miguel Cid y el pintor Bartolomé Murillo, son obras de Lorenzo Coullaut Valera también. Estos personajes fueron grandes defensores de la Inmaculada Concepción.

Para completar el monumento en las esquinas del basamento donde se encuentran los cuatros personajes, se puede ver cuatro paneles de piedra con lozas de mármol en el que se ve grabados textos y nombres.





Las obras dieron comienzos en agosto de 1918, con la colocación de la primera piedra, piedra en la que se introdujo el listado de los mil setecientos sesenta nombres que con su donación fue posible el monumento. La inauguración y bendición le correspondió al arzobispo de Sevilla, Enrique Almaraz Santos, el 8 de diciembre de 1.918.

2 comentarios:

  1. Qué maravilla de descripción y además los antecedentes históricos son muy interesantes y precisos que centran los motivos y motivaciones.
    Enhorabuena por este bloc tan interesante.

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