Hoy os traigo al Alcázar de Sevilla, las imágenes que se ven en esta entrada corresponden con el Patio de las Doncellas. Y es ahí el escenario principal donde se desarrolla la siguiente leyenda que os cuento.
Necesitaba Pedro I nombrar al Escribano Mayor del Reino y como desconfiaba de quienes les rodeaba, decidió él personalmente encargarse de la elección del cargo.
Mandó a publicar un bando a todos los rincones de la ciudad donde apelaba a todos los aspirantes a presentarse en el Alcázar.
Se presentaron a la elección varios cientos de aspirantes, para la prueba mandó a poner naranjas en el estanque del Patio de las Doncellas y el sentado en el extremo contrario de donde entraban los candidatos los hizo pasar uno a uno.
Una vez entraban cada candidato, les decía lo mismo "Como podrás observar he ordenado a que pusieran en el estanque naranjas flotando. ¿Cuántas crees que hay?"
Cada uno daba la respuesta que consideraba y conforme respondían les ordenaba a desalojar el palacio.
Pasaba las horas, avanzaba el día y ninguno superaba la ingeniosa prueba.
Ya cuando el día llegaba a sus últimas horas, entró el último candidato y le formuló la misma pregunta que a los demás.
El hombre no respondió en seguida, si no que le lanzó una petición al rey. "Para dar mi respuesta, antes necesito que se me proporcione una vara o un palo"
El rey ordeno que satisfacieran su petición. El hombre removió todas las naranjas que había en el estanque y pudo comprobar que muchas de ellas estaban partidas por la mitad, cosa que al estar flotando no se observaba. Así pudo contarlas cuantas había y dar el número exacto.
Lleno de alegría Pedro I exclamó: Por fin alguien con sentido común! Pro fin tengo Escribano Mayor del Reino.
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